La Niña
Erase una vez una niña de raices muy profundas que atravesaban la tierra desde los templos de América hasta las estepas de Samarkanda. Nació en una cueva bajo una montaña de Europa. Su cuerpo se materializó del vapor sobre la superficie de un lago. Sus padres ya no tenián cuerpo físico y se comunicaban con ella a través de sus sueños. La luz se filtraba en rayos en la cueva, iluminando sus ojos dia tras dia y con cada rayo surgía un sonido nuevo de su boquita. La niña crecía en compañía de animales que le alimentaban, la cuidaban y le relataban los secretos de todos los tiempos. Su esencia iba formando una canción con los matices que irradíaban los cristales y con los ecos de sonidos infinitos. Después de siete años su cabello había crecido tanto que cubría como un velo irisado su cuerpo desnudo: estaba preparada para salir de la montaña. Apareció entonces, el pájaro azul y la llevó a mirar el alba, beber el rocío de las flores y captar las ondas del mundo. A medida que el sol salía sus ojos cambiaban de color, pasaron de un violeta profundo al color de la miel. Y llegaron las abejas con utiles nuevos de transformación dentro de ánforas mágicas. Pronto el pájaro azul se puso a guiarla acompañada de las abejas a través de los valles, los ríos, los campos y los océanos durante trece años. Se detenían en las metrópolis y los pueblos de todos los continentes para distribuir el contenido de las ánforas y cantar el más bello canto en miles de años, de un mundo por venir donde todos son reyes. El canto del Nuevo Renacimiento.